INFLUENCIA, LO QUE HE APRENDIDO - PARTE III

(Continúa de ACÁ y aquí la PARTE I

5. NEW TREND 

La historia oficial

Para llegar a entender la importancia de EC en los comics de todo tipo, toda época y todo autor tendría que revolver en el corazón mismo de los comic-books y el comic americano, hasta mundial, caramba.

La historia de cómo se origina la famosa EC es por demás interesante. Resulta que en la primera mitad de la década de los 40´s, Maxwell C. Gaines propietario de una de las tres empresas más importantes de comics en E.E.U.U. (y de alguna manera “inventor” del formato años atrás mientras oficializaba de vendedor en la Eastern Color) decide vender sus más importantes personajes “Wonder Woman”, “Flash” y “Green Lantern” entre otros a sus competidores. Gaines estaba convencido de que los superhéroes no prosperarían en el mercado.

Con el dinero obtenido, Max Gaines funda una nueva empresa “Educational Comics” dedicada a la formación de los jóvenes con títulos como “Picture comics from Science” o “Picture comics from American History”, entre otros. La nueva dirección editorial resulta un fracaso y genera un importante margen de deuda, con lo que  Gaines decide retomar las historietas cómicas y de aventuras, sumarlas a sus títulos y cambiar el nombre de la empresa a “Entertaining Comics” conservando el logotipo en general.

William Gaines de 25 años, mejor conocido como Bill, el hijo mayor, decide divorciarse por aquellos años y la noticia afecta mucho a su madre, con lo que Gaines padre decide tomarse unos días de descanso en su casa de campo en Lake Placid. Max, durante un paseo en su lancha sufre un repentino accidente y pierde la vida. Bill, hereda la empresa.

Ante las presiones de su madre, Bill (por aquel entonces un total desconocedor de los negocios de su padre y de los comics en general) toma el cargo de editor en jefe de la editorial. En un principio los nuevos planes editoriales de EC, en un afán de no caer en la bancarrota, no van más allá de imitar las tendencias del momento, los comics de crimen, westerns y de fantasía. Bill Gaines comienza a interiorizarse en su editorial y se da cuenta de que esta jamás despegará o tomará un nuevo rumbo mientras continúe los rumbos  de las demás tendencias, el creía que debía de crear la suya propia.

En febrero de 1948 la EC corre la voz de que está buscando nuevos talentos. El primero en contestar el llamado es un joven de 22 años llamado Al Feldstein. Éste inicia una gran amistad con Gaines quien viendo el interesante y activo talento de Feldstein, lo contrata como dibujante, luego como guionista y al último como editor de muchas de las principales series, otorgándole un gran poder de decisión en la editorial. Gaines y Feldstein ante la búsqueda de una nueva “tendencia” en el mercado deciden experimentar con los comics de terror, algo que Gaines había probado sin mucha suerte con la ayuda del experimentado Sheldon Moldoff años atrás. Convencidos de que éste sería un gran movimiento en el mercado, reciclan varias de las historias de Moldoff y escriben en conjunto nuevas historias que incluyen en varios de sus comics de crimen y fantasía. Para 1950, los comics de terror son un éxito y Gaines renombra muchos de sus títulos y mantiene su numeración (para evitar tarifas nuevas en los servicios postales), es así que nacen los clásicos “The Vault of Horror”, “Tales from the Crypt” y “The Haunt of Fear”.

Gaines y Feldstein.

Ante el éxito de ventas, EC se convierte en un ícono de los comics books americanos. Sus estrategias de venta y publicaciones son imitadas por cientos en todo E.E.U.U. Gracias a su “New Trend” la EC se alza como una empresa líder y Gaines como el mejor editor de todos. Los dibujantes de la empresa son los mejores pagos, los mejor reconocidos y su ambiente de trabajo es el más cómodo para trabajar, Gaines y Feldstein respetan el arte y potencian el estilo de cada uno, a diferencia de otras editoriales que sólo buscan que los artistas imiten un estilo en particular y por sobre todas las cosas, sus nombres figuran en los créditos de cada comic, algo impensado para la época.

El final de la época dorada de EC llegaría con la implementación del comics code y las presiones de cientos de organizaciones que creían que los comics alentaban a la delincuencia juvenil. No volvería a haber otra casa editora tan espectacular en calidad y cantidad como ésta nunca jamás. De ella derivan miles y miles de comics y autores reconocidos. Por ejemplo, sin la EC y su posterior desaparición por el comics code, no habrían surgido con seguridad muchísimos comics y fanzines Underground (yo diría el mismo movimiento sin tipos como Kurtzman o Wolverton).

Mi historia oficial

Como ya cité anteriormente, la EC es un ícono para casi todos los autores de comics. No era difícil encontrar alguna mención a esta casa en las revistas y comics a finales de los 90´s época en la que yo, ya me encontraba interesado en los comics. Por aquel entonces además se vivía una especie de revival de la EC: en la tv los cuentos de la cripta eran un éxito (yo inclusive, me acuerdo, solía alquilar los VHS con los capítulos completos) y los comics eran reeditados nuevamente en sus formatos originales y en volúmenes que compilaban series.

Como todo chico impresionable, en aquel entonces (y yo diría que la cosa perduró) me encantaba ver las películas de terror. Entre mis amigos era famosa mi adicción y era conocido como “el chico que no tiene miedo” porque me veía las películas enteras y solo en mi casa. Por supuesto que tenía miedo, pero me lo guardaba para cuando no estuviera tan aburrido, a esa edad me cambiaba mucho de casa constantemente y por ende no podía tener muchos amigos además pasaba mucho tiempo solo porque mis padres trabajaban en los mismos horarios todo el día. Era una buena época para ver películas y leer comics de la temática, tenía televisión por cable, un pasatiempo común era ir a alquilar películas con mi papá y amigos, en las revisterías de usados estaba lleno de títulos de la Warren o similares, los cartuchos de la family eran re-violentos y hasta los juguetes (con todo el tema del uno a uno) eran de películas de terror. Me acuerdo un día en que mi mamá no quiso comprarme un Pinhead por salir $8 pesos.

Al verme interesado en esto comencé a investigar acerca de los cuentos de la cripta que tanto me gustaban y descubrí que eran comics. Por supuesto inicié una cruzada para conseguirlos cueste lo que cueste. Sólo pude conseguir una reimpresión en inglés de un “The Vault of Horror” que no pude entender hasta cinco o seis años después cuando me pusiera de lleno a tratar de aprender a leer el idioma. Hasta podría decirse que gracias a la EC aprendí a leer en inglés.


Con el pasar de los años y gracias a la magia del internet pude leer TODOS los comics que me gustaban de la EC, encontrar nuevos autores, títulos diferentes y sobre todo generar preferencias: los de ciencia ficción, de guerra y la MAD se convirtieron en mis favoritos. Antes de eso solía recortar los comics que encontraba en otros libros o revistas y armaba mis propias colecciones. Hasta llegué a imprimirlos porque no los podía conseguir.

Método Gaines-Feldstein

Para entender mi fascinación por algunos de los títulos de EC, también debería explicar un par de cosas puntuales. Hay una gran diferencia en cuanto al contenido marcado por cada editor. Mientras que en los títulos de ciencia ficción el grueso de las historias y contenidos eran delimitados por Gaines y Feldstein, en los de guerra y posteriormente en la MAD (en su primera etapa como comic-book) las pautas las marcaba Harvey Kurtzman.

La idea de hacer colecciones de ciencia ficción fue de Gaines, quién por aquel entonces era un aficionado a los pulps y películas de la misma temática. Además el género estaba cobrando fuerza en la sociedad yanqui de los 50´s, los avances científicos de la guerra fría, las películas de ovnis y el miedo al comunismo estaban transformando la manera de pensar de muchos ciudadanos. Surgieron grandes cuentos y escritores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Richard Matheson, Phillip Dick y Ray Bradbury. Las series de radio y televisión aprovecharon el envión y los comics no le fueron indiferente, las tiras como las de Buck Rogers o Flash Gordon vivían una nueva época de oro.

Gaines que por aquel entonces estaba llevando a cabo un riguroso tratamiento para bajar de peso, comenzó a consumir anfetaminas (necesarias en su tratamiento) que afectaban su sistema nervioso y lo mantenían despierto varias horas sin dormir. Él aprovechaba esto para leer libros, revistas o comics de la competencia a la vez que veía consumía series, películas o radioteatros para tomar “ideas” o conceptos que escribía y cada mañana llevaba a Feldstein que armaba guiones en base a éstos. Ese sistema era seguido a rajatabla por casi todos los dibujantes, Feldstein determinaba el guión y los escribía mediante cartuchos o textos en las páginas de dibujo que luego mandaba a imprimir con la tipografía elegida y esas páginas eran entregadas a los dibujantes que trabajaban con el texto ya incorporado. Feldstein y Gaines acomodaban cada historia para que sea aprovechada por cada dibujante en particular; así por ejemplo Jack Kamen hacía las historias en las que se destacaran más las mujeres preciosas mientras que Graham Ingels o Johnny Craig hacían aquellas en las que había más monstruos y grotesco, de esta manera cada estilo era aprovechado al máximo.

Craig, Feldstein y Gaines.

Las colecciones de ciencia ficción eran las favoritas de Gaines y aunque no generaran mucho rédito económico (las pagaban con lo que ganaban con los comics de terror) él llegó a afirmar que se trataban sin lugar a duda de las mejores historietas de la EC. Feldstein y Gaines incluso llegaron a tomar clases de guión con Theodore Sturgeon para mejorar sus historias. Además cabe tomar nota acerca de las historias adaptadas de Ray Bradbury (mal que me pese así es como conocí al escritor). Bradbury llegó a la EC de manera nada intencional. Ya comenté el proceso que Gaines hacía para escribir sus historias (fue acusado muchas veces de plagio, pero nunca cayó bajo el brazo de la ley) en una ocasión éste “tomó” dos cuentos cortos de Bradbury y los mezcló con Feldstein para armar el guión de una historia. Bradbury leyó el material y mandó una carta a la EC reclamando que se le pague como era debido los derechos secundarios de ambas historias. Gaines citó a Bradbury a las oficinas y le pagó como era debido, a lo que Bradbury contento respondió ofreciendo más historias para su colección. Contentísimos, Gaines y Feldstein convirtieron a Bradbury en uno más del equipo.

Las historias de Weird Science y Weird Fantasy son muy buenas, algunas hasta inolvidables, pero en mi caso en particular no son lo que más me sirvió en el futuro, sus dibujantes en cambio me han dado muchísimo que aprender. Ya mencioné como Feldstein y Gaines concebían cada historia de acuerdo a cada dibujante. Quisiera mencionar algunos que para mí han marcado un antes y un después.

Wally Wood por supuesto era la gran figura de las publicaciones de ciencia ficción. Su estilo de dibujo plagado de detalles y referencias, además de su gran trabajo de fondo y figura y su minucioso y cuidado entintado es fantástico. Wood afirmaba que sus mejores trabajos los había hecho allí. Era uno de los más importantes dibujantes de la EC y también uno de los más trabajadores, Wood pasaba a diferencia de sus compañeros pasaba toda la semana día tras día, tratando de mejorar su estilo de dibujo y el acabado de sus páginas, era un tipo que media con obsesión cada detalle de su trabajo, quería ser el mejor y no aceptaba de buena manera ningún tipo de crítica. Gaines decía que Wood era “el mejor dibujante de ciencia ficción de la historia”. Wood era muy poco sociable y alcohólico, lo que lo convertía en un hombre bastante difícil con el que tratar. Se suicidó en 1981. He aprendido tanto viendo las páginas de Wood en ambas colecciones que ni sabría por dónde empezar. Pero creo que si tuviera que remarcar algo por sobre todo el resto sería sin duda su maestría en el entintado, la cantidad de efectos que Wood utiliza para los escenarios espaciales son únicos. Tramas, plenos, degradados de Wood puedo decir con toda seguridad que aprendí las técnicas del trabajo de tinta aplicados al fondo y a los detalles, con Wood aprendí que cada elemento, puede potenciarse aplicando una técnica y un tipo de trazo determinado.

Lápices de Wood.

Tintas de Wood.

Quizá Jack Kamen, sea más recordado por otras historias en otros títulos y no tanto como los de ciencia ficción, pero en mi caso en particular en dónde más lo disfruté. Kamen es uno de los autores con más páginas publicadas en EC, y su estilo era (como ya mencioné) reconocido sobre todo por su particular manera de dibujar a las mujeres, bellas y con un marcado acento en la moda del momento, ropa, pelo, accesorios, Kamen sabía lo que era tendencia. Su trabajo en las revistas de “picto-fiction” del final de la época de la new direction de la EC (en psicoanálisis) es considerado uno de los mejores. Después de la caída de los comics books de la EC, Kamen dedicó su carrera a ser un importantísimo ilustrador y publicista hasta su muerte en el año 2008. Con Kamen, aunque suene tonto, no aprendí a dibujar mujeres, sino a pesar las cosas en la página. Viendo el trabajo de Kamen me encontré muy interesado por su manera de ubicar los elementos en las viñetas ¿Por qué dejaba personajes sin fondo o sin margen? ¿Por qué en viñetas los personajes tenían el fondo negro o sombras falsas? ¿Por qué hay personajes que atraviesan viñetas? Entonces aprendí que el recorrido y los pesos visuales en la página son fundamentales para la composición general de la página. Descubrí que los elementos tienen su peso y por ende su importancia en la página completa.

Interesantísimo como los elementos determinan el recorrido
visual en esta página, otro detalle que me gusta de Kamen.

Y por último no puedo dejar de mencionar las magníficas portadas de Feldstein en ambas colecciones. Son increíbles, llenas de personajes y detalles, son una puerta a una historia. Son portadas narrativas que si bien estaban de moda en aquel entonces, mis favoritas siempre serán estas.

Reproducción de original.

Método Kurtzman

Harvey Kurtzman se presenta en las oficinas de la EC, a mediados de los 50´s en pleno fervor de la New Trend. Su portfolio es amplio y de calidad, entre sus páginas se destacan las tiras de Hey Look! La tira humorística que había publicado en diversas revistas del medio. Kurtzman además tenía cancha en varios y prestigiosos estudios como el de Will Eisner, además de conocer por diversos trabajos a autores como Davis, Severin, Wood y su amigo Bill Elder. El estilo de Kurtzman es único y fresco. Gaines no desaprovecha la oportunidad y contrata al talentoso joven.

Gaines y Kurtzman.

Kurtzman comienza su carrera en EC haciendo historias en las cabeceras de ciencia ficción de la editorial; las de terror no le agradan en absoluto. Harvey es junto con Craig uno de los pocos que demuestra ser un buen guionista y gracias a sus hitorias de gran calidad  queda exento de las reglas de Feldstein y Gaines. Éste último ve en él un editor a la par de Feldstein, pero con conceptos e ideas totalmente distintas, así que en una jugada arriesgada e insistente por parte de Kurtzman le otorga la dirección editorial de dos nuevos títulos bélicos. Kurtzman, ya sin tener las presiones de Gaines y Feldstein encima de él hace de rey y señor en estos comics: guioniza todas las historias y les da detalladas e intensivas instrucciones a los dibujantes (realiza los bocetos de cada historia) sin nombrar que les pide un gran trabajo de documentación. El conjunto de dibujantes de “Two fisted-Tales” y más adelante “Frontline Combat” es un conjunto estable y espectacular: Elder-Severin, Wood (sus historias de tinte histórico son remarcables), Davis y aportes de los geniales Alex Toth, Russ Heath y Gene Colan que con el tiempo serían autores consagrados.

Los bocetos de Kurtzman a Craig...

...y las páginas que Craig entregó a Kurtzman.

Las historias de Kurtzman son muy bien recibidas y convertidas en clásicos del género. Sus historias rozan lo anecdótico, los personajes no son importantes en el sentido global del relato (sin héroes ni villanos) sino la narración misma, la descripción de la situación en campo de batalla. Un relato que ni moralista ni heroico, se asemeja más a la cruda realidad que Kurtzman conocía, ya que él al igual que muchos de sus compañeros en la EC había estado participando en lo acontecido en la segunda guerra mundial. El detalle de sobreponer la narración por sobre los personajes hace interesantes experimentos que el propio Kurtzman lleva a cabo cuando dibuja sus propias historias, los recursos de tiempo y acción se incrementan en sus páginas, que están entintadas de una manera visceral y expresiva. Cuánto he aprendido de sus comics bélicos, Kurtzman seguramente será y es recordado mayoritariamente por sus comics de corte humorístico, pero los bélicos tienen un toque expresivo que me es imposible no disfrutar. Con las historias dibujadas y guionadas por Kurtzman aprendí que hay tantas maneras de desarmar las situaciones y las acciones (y el mismo dibujo) en pos de mejorar el relato que sería imposible numerarlas. Más adelante, con Ware descubriría que son infinitas.

Reproducción de original de Tapa.

Tremenda secuencia la del medio.

Sin lugar a duda las revistas de corte bélico de la EC marcaron época como muchas de sus otras creaciones y ese fue el puntapié inicial que catapultó a Kurtzman como uno de los grandes maestros de la narrativa gráfica y de los comics en general. Pero su historia continúa. Mientras que Feldstein cobraba por siete títulos, Kurtzman sólo lo hacía por dos y eso le preocupaba bastante, él quería más. Ante el cese de confrontaciones en Corea, los títulos bélicos comienzan a perder público y entonces Gaines, le ofrece a Kurtzman un nuevo título. Gaines quién había quedado muy sorprendido por las tiras de Hey Look! De Harvey decide otorgarle a éste un nuevo comic pero de corte humorístico.

La nueva publicación “MAD” es una jugada complicada de parte de Gaines, sus primeros números no venderían casi nada. Recién para el cuarto número (con la parodia de Superman) la revista pasaría a convertirse en un clásico de clásicos. Las historias de Kurtzman ironizaban y burlaban sobre todo: comics (llegando a casos como en lo de los personajes de DC, a juicio por plagio y utilización de marcas sin derecho) la tv, el cine, la radio y el estilo de vida de la sociedad americana. Con esto Kurtzman marcó un hito en los comics, y sus plagios no se hicieron esperar, por todo E.E.U.U. aparecían revistas de corte similar.

El formato comic-book de MAD que duró 23 números estuvo integrado por Kurtzman y los mismos dibujantes de su plantel bélico, además suma participaciones históricas como la de Basil Wolverton y Bernard Krigstein en algunos números de la publicación. Harvey plaga las historias de referencias de todo tipo, los dibujantes también. Incluso se permiten hacer experimentos geniales como los de colocar al revés la tapa de la revista (para parecer que están leyendo mal) o darle un aspecto de periódico o disminuirla (para crear la “tapa más pequeña del mundo”) colocar comics en 3D, mezclar estilos gráficos (como los de Elder y Krigstein) y sin fin de etcéteras. MAD (y el propio Kurtzman) cambió el mundo de los comics y sentó las bases de lo que años más tarde sería el movimiento Underground.

La tapa "Hágalo usted mismo".

Piensa.

La manera de hacer comics de Kurtzman cambió mi manera de ver las publicaciones. Mi manera de entender el mercado y mi manera de entender las limitaciones del formato.

No podría dejar de mencionar entre el gran cuerpo de dibujantes de la MAD a uno que en particular está entre mis favoritos: Will (Bill) Elder. Bill ilustrador y amigo inseparable de Kurtzman, comenzó como entintador de John Severin y es en MAD en dónde encontraría su espacio propio. Sus comics en los que burlaban a los mismos comics son algo a tener en cuenta por dónde se lo vea. Elder se tomaba el trabajo de aprender y estilizar su trazo de acuerdo al estilo de cada comic al que satirizaba. Increíble e impensado para mí en el momento en que descubrí la MAD. Con Elder aprendí, que no existen limitaciones estilísticas en el dibujo de un historietista, que éste puede hacer lo que quiera y dibujar de la manera que se le ocurra y seguir siendo el mismo dibujante. Elder acompañó a Kurtzman en casi todos sus proyectos tras la salida de la MAD por cuestiones económicas: Trump, Humbug, Help! (en donde debutarían unos jóvenes Crumb y Shelton) y sobre todo en el que es su trabajo más recordado: Little Annie Fanny, el comic precursor de las historietas eróticas.

Elder imita el estilo de Frank King en Gasoline Alley.

Archie.

6. LA ANTOLOGÍA DE UN SOLO AUTOR

Haciendo un avance de algunas décadas después de la EC y el Underground, hay que ubicar el elemento que continuó “el movimiento” de alguna forma, el comic alternativo. El comic alternativo (o “indie”) nace a con toda seguridad  durante la segunda mitad de los 80´s. Esta manera de hacer y editar historietas, clara heredera del comic Underground de los 60´s y 70´s, debe sus origines a tres publicaciones clave en el mercado yanqui de por aquel entonces: El comienzo de la “RAW” de Art Spiegelman, el regreso de Robert Crumb al formato magazine con “Weirdo” y el inicio de la carrera editora de cómics de autor de Fantagraphics con “Love and Rockets”. RAW publicó y rescató muchísimos dibujantes y autores y los que no (que la consideraban “pretenciosa”) viendo la reaparición y publicación nuevamente de cosas autoeditadas y de autor (como en el caso de Crumb y los Hernández o el gran aporte que hacía en esta materia la revista “The Comic Journal”) aprovecharon la movida y se comenzaron a publicarse. Así aparecieron autores y comics muy interesantes que pasarían a la historia.

Los comics auto-publicados y los fanzines yanquis son una gran influencia en mi trabajo y creo yo en el de muchísimos de mis colegas. Publicaciones como “Neat Stuff” y “Hate” de Peter Bagge, “Eightball” de Daniel Clowes, “Black Hole” de Charles Burns (a quién ya cité), “Love & Rockets” de los Hernández (a quiénes también he mencionado) o “Jim” y “Frank” (o “Tantalizing Stories” si vamos al caso) de Jim Woodring me han enseñado (sin mencionar las publicaciones de Joe Matt, Joe Sacco, Seth, Anders Nielsen, Chris Ware entre otros) como asiduo lector que soy, muchísimo acerca de la calidad, la cantidad, la auto -publicación y los comics en general.

En los 90´s y con el pleno resurgir de los fanzines y la autoedición también reaparece un tipo de formato explorado anteriormente y popularizado por el propio Crumb (en por ejemplo la ZAP #1), la antología o revista de comics de autor. De ahí es de dónde provienen tres publicaciones y tres autores que para mí significan muchísimo, a pesar de tener modos, orígenes, técnicas y revistas tan distintas: Adrian Tomine, Chester Brown y David Mazzucchelli.

Adrian Tomine llegó tarde a mí, pero en el momento en que justo lo necesitaba. Lo descubrí mediante Yoshihiro Tatsumi. Era el año 2008 y el cyber se había convertido en mi segundo hogar. Con mis ansias de descubrir y leer nuevos autores y nuevos comics a pleno, comencé a armarme una gacetilla de páginas que visitar para estar “al día” y para descubrir nuevas cosas. En una de esas descubrí unas cuantas entrevistas que le hacían a Tatsumi y por supuesto las leí completas. Las entrevistas tenían la particularidad de que TODAS estaban hechas por el mismo señor: Adrian Tomine, a quién se le adjudicaba haber “rescatado” la obra de Tatsumi y editar y publicarla en E.E.U.U. mediante Drawn & Quartelly (la segunda casa más importante de comics alternativos después de Fantagraphics). Indagando más sobre el señor en cuestión, descubrí que era un autor ultra-respetado y conocido y que tenía un montón de cosas interesantes por leer. Leí lo que pude y me compré lo que encontré. Me encantó.


En un momento en que estaba interiorizándome en los comics y antologías de autor lo mejor sin duda para mí eran sus “Optic Nerve”. Tomine comenzó a publicar unos mini comics bajo ese nombre en los años en los que cursaba el Bachillerato en Sacramento, California. Por aquel entonces tenía diecisiete años. En sus iniciales y primeros siete u ocho números (no recuerdo bien cuántos son) que auto-publicó durante cuatro años, el estilo de Tomine es bastante sucio y desprolijo, con trazos de pinceladas gruesas pero en los que se percibe número a número un trabajo en evolución constante. Tomine, que en un principio publicaba historias cortas de dos a cuatro páginas comenzó a experimentar con historias un poco más largas en cuánto a duración y más “producidas” en cuánto a sus temáticas: la incapacidad de comunicación de sus personajes se convirtió en sello. Esto le valió el interés de uno de los editores de D&Q que le ofreció re-publicar su trabajo. Y así Optic Nerve comenzaría su ruedo nuevamente desde un número #1 (los mini comics serían compilados más tarde en “32 histories - Optic Nerve Mini-comics”). Aprendí muchísimo viendo la evolución y contraste desde los primeros números hasta el último (que continúa al día de hoy con su #13). Y eso, creo yo, es lo más importante de Optic Nerve y de Tomine para mí: su compromiso no decayó desde el primer al último número nunca, atravesó muchas formas de dibujar sus historias, sus historias mejoraron a pesar de ir cambiando, su duración, su manera de narrar creo un sello distintivo y todo respetándose a si mismo desde siempre. Tomine para mí significa el camino del autor que mejora su técnica día a día y que no reniega de su pasado. Tomine para mí es el camino que mediante la antología de autor que hay que transcurrir. El aprender de uno mismo y su trabajo.


A Chester Brown lo descubrí como tantos autores mediante la revista “El Víbora”. Creo que fue una edición de “El Playboy” lo primero que vi de su trabajo. En primer lugar no me llamó mucho la atención porque no podía leer la historia completa, pero si me atraía mucho la historia y su dibujo ¿A quién más se le ocurriría un comic autobiográfico sobre la masturbación? Pero como siempre, era un autor del que no podía conseguir más y lo olvidé. Años más tarde mediante el taller de comics que cursaba y mi (por aquel entonces) profesor Renzo Podestá, obtuve una copia de “Ed el payaso Feliz” completa. Y sí, me reactivó la necesidad de saber sobre Brown (además de volarme el marote). Y otra vez al igual que en caso de Tomine, Brown llegó en el momento justo: cuando vi y leí sus “Yummy Fur”, supe que quería hacer algo así. Las primeras YF fueron autoeditadas por el propio Brown entre 1983 y 1985 en formato fanzine-fotocopia con un contenido de historias cortas de entre 2 y 10 páginas distribuidas en revistas de 12 (los primeros 6 números) a 20 páginas (el último).

Brown hizo su versión del evangelio de Marcos y Mateo Completas.
No entiendo como es que nadie las ha editado todavía, son geniales.

Más adelante la editorial Vortex, reimprimiría esos números (volviéndolos a numerar del 1# al 3#) y continuaría de ahí en más su publicación hasta que en el número 26# pase a Drawn & Quartelly. Brown es un tipo interesantísimo y sus obras tienen un velo extraño pero sincero del que uno puede aprovechar mucho, podría haber nombrado a “Underwater” (la publicación que continuaría después de YF), a “Louis Riel”, a “Paying for It” pero sin embargo me quedo siempre con YF por muchas cosas: es dónde se publicaron “Ed”, “El Playboy”, “Fuck (o “I Never Like You”) que siempre serán mis favoritas, es en dónde se puede probar en cada número cómo Chester pone sus tripas a servicio de su comic, es en dónde estarían (para mí, a pesar de Louis riel) sus mejores páginas dibujadas, en dónde comenzarían sus investigaciones (consigo mismo y por ejemplo en el caso de las adaptaciones bíblicas) y en dónde podemos comprobar número a número cómo el autor se compromete y respeta con su propio trabajo y no con sus lectores. Así es, la mejor enseñanza de Brown a mí fue no importa lo que hagas siempre y cuando estés comprometido con ello. El mundo de Chester es extraño, bizarro, triste, original y hasta asqueroso, pero eso no importa cuando lo estás leyendo, pues todo está contado y transmitido con una normalidad y simplicidad que pone los pelos de punta, a Brown no le asusta contarte lo que se le ocurra: es su mundo y nosotros lectores, estamos invitados a recorrerlo.

Es muy curiosa su manera de componer las páginas,
 como se ve aquí en la portada del #20.

Por último y de una manera totalmente distinta a los anteriores (y mucho antes de los anteriores valga la redundancia) en mis plenos años de secundaria aparece David Mazzucchelli. Como muchos yo compraba (pero no sé si alguna vez los coleccione) todos los comics de superhéroes que me llamaban la atención en las tiendas de usados. En realidad no tenía un criterio establecido, los compraba de acuerdo a el precio, si pasaban los dos pesos eran caros y no lo valían. Sin embargo, los famosos tacos de Zinco (que salían diez pesos) eran una inversión obligada. Así llegó a mis manos mi primera edición (porque después la vendería y compraría muchas veces) de Año Uno de Batman. No quisiera explayarme, TODOS sabemos la importancia de año uno y cómo alguna vez quisimos hacer lo mismo. Año uno además de establecer mil cosas, nos enseñó acerca del color, del entintado, del guión, de la narrativa y un sinfín de etcéteras que hasta el día de hoy nadie puede contradecir o no tomar (o imitar) de alguna manera ¿Cuántos dibujantes y coloristas han aparecido propagando la biblia Año Uno en los comics de superhéroes?


Estaba fascinado. Y para colmo en esa misma época había descubierto “City of Glass” la interpretación al comic de la novela de Paul Auster que se había mandado David. Era mi ídolo máximo, trataba de imitar su forma de dibujar en ciudad de cristal todos los días (que no era tan parecida a la de año uno). Me encantaba su trazo suelto de pincel. Pero, mi cerebro no sería afectado al 100% por David Mazzucchelli hasta que descubrí “Rubber Blanket”.


Se ve que David quién ya había laburado un montón con superhéroes durante años (Daredevil, Batman, etc.) se había cansado de hacer lo mismo y estaba buscando hacer otro tipo de historias, que requerían publicaciones y formatos menos “mainstream”. Mazzucchelli quién ya era un reconocido y respetado autor envía una de estas historias a RAW y ante la amable negativa de Spiegelman, decide que es hora de que (siguiendo el ritmo de la época) auto-publique su propia revista y así durante 3 números (que hoy en día son un tesoro para coleccionistas) nace Rubber Blanket que se publicaría durante 1991 y desaparecería en 1993 ante lo elevado del costo de publicación. Durante esta antología de David podemos ver las (para mí, claro) mejores historias de Mazzucchelli fuera de los superhéroes, su dibujo se convierte en algo mucho más expresionista y “sucio”, bicolor, experimental y sus historias serían joyas de pocas páginas como “Big Man” que sin lugar a dudas es una de las que más me gustó. Si con Alcatena, Burns, Moore-Gibbons y los Hernández tenía un tándem poderoso de dibujantes y guionistas de los que aprender; si con la EC ya tenía claro las limitaciones y trabajo de edición, con Mazzucchelli tenía todo junto. Él fue la piedra fundamental para meterme de lleno en la autopublicación. Rubber Blanket (y más tarde Tomine y Brown) me abrió el camino a mi propio trabajo, esto es lo que yo quería hacer, así es como yo quería trabajar y estas son mis cimas, los autores a los que no podré pasar pero intentaré seguir el rastro.

Todavía falta el gran final.


(continúa en el siguiente Post)